Normalmente utilizamos el café como bebida, pero también podemos utilizarlo para… ¡pintar! Lo cierto es que el vino, el té o el café se han utilizado desde hace mucho tiempo como colorantes naturales para tintar telas, pero desde hace algún tiempo los expertos en la acuarela han encontrado otra forma de entintar el papel y es con café para hacer dibujos, retratos y composiciones en colores ocres de gran belleza. Así que aquí te enseñaremos a ser un artista del café.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que la técnica utilizada para pintar cuadros con café es muy parecida a la que se usa con la pintura con acuarelas sobre lienzo. Para conseguir crear pintura con café, es decir, un pigmento basado en varias tonalidades de marrones, necesitamos mezclar café molido con agua muy caliente. Dependiendo de la cantidad de agua, obtendremos distintas tonalidades de marrón.
Lo más recomendable es empezar por aquellas zonas en donde irán los tonos más claros y acabar con los oscuros. Para volver a pintar en una zona debemos esperar a que se haya secado la capa de pintura previamente usada. Si el proceso tarda mucho podemos usar un secador para acelerar el trabajo.
Podemos trabajar con café soluble o con café molido. Una vez disuelto en agua, preferiblemente caliente, podremos mojar los pinceles y utilizar la tintura de la misma forma en que lo haríamos con acuarelas. Para los tonos más oscuros, utilizaremos un café espresso recién hecho, procurando utilizar poca cantidad de agua.
Para los tonos más claros utilizaremos más agua, diluyendo la “pintura de café”. De esta manera, podremos utilizar diferentes tonos ocres y marrones, obteniendo relieves, texturas y dando la sensación de distintas profundidades en cada dibujo. Lo mejor es preparar un recipiente con la pintura marrón más oscura y tener otros recipientes en los que diluirla para aclararla.
Si se necesita un tono muy oscuro, casi negro, se puede reducir en un refractario la tintura de café para evaporar parte del agua, consiguiendo así los tonos para las sombras, cabellos negros o los ojos de mirada intensa.
Una vez pintados los cuadros, es importante que las obras se sequen rápidamente para evitar que se pueda formar moho. La mejor forma de lograr un secado rápido es utilizando la secadora de cabello, para después poner la pintura al sol con el objetivo de que no se pierda la naturalidad de los colores.
La gran ventaja de usar café como pintura es que este tarda mucho en secarse y, por lo tanto, podemos corregir todos los errores a tiempo. Además, con agua limpia (es muy importante que esté limpia para no ensuciar el papel) podemos levantar parte del café seco cuando veamos alguna zona demasiado oscura o simplemente queramos añadir detalles más claros en zonas más marrones.
¡Ahora sí estás listo para ser un verdadero artista en café!
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